Rebano el pan y con cada miguita que cae formo una bola y las ordeno de la mas grande a la mas pequeña junto a la  taza de té.Me pierdo en los giros que ascienden, descubro que te extraño en el vapor con olor a canela y bebo el primer sorbo. Como siempre o como casi siempre, me quemo la lengua y siento felicidad de concentrar mi atención en ello, y olvidar así la forma en como tomabas la taza y la particularidad con que absorbías el té, como si en el fondo leyeras en cada sorbo la palabra que vendría después.
 Continúo el rito, y sacralizo el instante en que la bolita de miga mas pequeña entra en mi boca, me siento absorbida por una montaña y veo pétalos multicolores alrededor, más no puedo reconocer los colores del pasto, siento un vacío en el aire, que no me entristece, pero que para mi desgracia te evocan. Me sabe mal luchar contra las bolitas de pan en ayunas...
La taza de té esta a medias, aún me invade un océano de canela, pero ya no me ahogo, aprendí a nadar... Veo ascender el vapor, empañando taza, cuchara, mesa,cortinas,paredes,techumbres,casas, calles, y deambulo por ellas como si de esta forma el instante se volviera eterno y permitiese que olvide mi orgullo, mis trancas, mis miedos y aquellos tenedores torcidos que hay en el cajón de la cocina. La taza me seduce y la beso calidamente aún, mientras desgrano cada silaba de tu nombre y las coloco junto a las migas de pan. Primero en silencio las dejo rodar por la casa, paulatinamente invaden el hogar de las las arañas,y deambulan por los muebles de la despensa y la estufa, de la cocina y el calefont con un susurro que espantaría a los saltamontes...

con un susurro que me espanta a mi también...