Acá hay tres clases de gente: la que se mata trabajando, las que deberían trabajar y las que tendrían que matarse.

martes, 23 de octubre de 2012

De otoños y oscurantismos

Una araña celosa del ocaso reflejado en el agua se rebelo estruendosamente aquella tarde otoñal la vi caer sobre mi, con movimientos torpes, pubertos. Sus bucólicas patas se deslizaron sobre cabellos y hombros, sentí frío. La observe como desgarraba sigilosamente su piel y se contorsionaba ante el hecho irrefutable que la amenazaba. Lentamente vi humedecer primero mis ojos y luego mis huesos, sentí galopar el corazón mas fuerte.Vi la lluvia posarse en mis zapatos y una agonizante araña tumbada a mal traer en mis pies. Subí el gorro de mi chaqueta queriendo permanecer un instante más junto a mi compañera, brindarle una muerte digna y que relámpagos anunciasen su ascensión al reino paragüense, pero no fue así. Esa tarde, el otoño también me hizo desfallecer a mi.

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